El desapego es un concepto transversal. Aplica tanto a las cosas materiales, como a los recuerdos, emociones, personas, trabajo, etc.
Muchas veces el apego que sentimos es por lo que nos provoca. Por ejemplo, el apego a los souvenirs de viajes, es porque pensamos que si los eliminamos, vamos a perder los recuerdos y no es así. Lo mismo ocurre con las fotografías, aunque en este caso, son las imágenes guardadas las que nos evocan recordar haber vivido lo que ahí quedó inmortalizado.
Con las personas, el apego se da, en muchas ocasiones, por la sensación que nos produce su compañía, pero no debe confundirse con el apego por adicción o por necesidad emocional, porque en ese caso, se vuelve tortuoso el dejar ir y abandonar a una persona que tal vez no vale la pena mantener atada a nosotros, aunque sea a través de los recuerdos. El apego está bien cuando el amor y el cariño son recíprocos, por ejemplo como ocurre con una madre y su hija. Pero no así, cuando es sólo una persona la que siente la necesidad de otro y el otro no corresponde de la misma forma.
Dejar ir, soltar, cerrar la puerta por fuera es sano para sanar, para alivianar cargas innecesarias.
Yo me di cuenta hace varios años atrás que debía liberar mi casa de todos los objetos innecesarios que no aportaban valor a mi vida y que más que aportar, eran cargas permanentes que además producían ruido visual y me hacían perder mucho tiempo.
Pasaba fines de semana completos tratando de ordenar, pero lo que hacía era sacar las cosas de su sitio para volver a guardarlas en el mismo lugar (o en otros), porque no me alcanzaba el tiempo para resolver lo que creía que era posible en un par de días. La solución era eliminar. No era reubicar, era ELIMINAR (regalar, botar, vender). Y cuando tomé conciencia de que ésa era la solución a todo el problema, se me activó el chip del desapego y saqué de mi casa TODO lo que no generaba valor a mi vida. Muchos ya saben cuánto me ayudó vivir ese proceso.
Desde ese entonces que había dejado de pensar en el orden… Pero últimamente, por varias razones que no voy a detallar, me estanqué y parece que se había echado a perder el sistema de desapego en mi cabeza, porque de repente me di cuenta que nuevamente había cosas en casa que debía eliminar. Y así he estado durante este último mes, sacando todo aquello que no he usado en varios meses, eso que me molesta visualmente, cosas que están guardadas porque sí y que ya sé que no voy a usar nunca. Se repite la historia. Lo bueno es que me di cuenta nuevamente y lo mejor de todo (y más importante) es que me animé a hacerlo. Porque yo sé lo que cuesta tomar este tipo de decisiones…
Para cerrar, por hoy, hay que darle espacio a lo nuevo (o a lo que realmente nos aporta felicidad a nuestra vida) y la única forma que pueda entrar es sacando lo que no tiene valor para nuestra vida… EN TODO SENTIDO.
Desapego = libertad y tranquilidad.