¿Cuántas veces has dicho que estás comenzando de nuevo? Yo no sabría decir cuántas veces lo he hecho. Incluso en este periodo que he estado viviendo últimamente he sentido que vuelvo a empezar, pero no es realmente eso. No es volver a empezar, porque sería partir algo desde cero, es, más bien, dejar una etapa de la vida atrás y dar inicio a una nueva pero tomando como base todo lo vivido hasta ahora que permitirá tomar mejores decisiones para lo que viene y no volver a cometer los mismos errores del pasado.

Puedo sonar contradictoria en algún momento, porque como les comenté al comienzo de este post, también he dicho que he comenzando de nuevo varias veces y justamente ahora, siento que estoy comenzando un nuevo proceso, modificando mis hábitos para transformarlos en una forma diferente de enfrentar todo. Y no ha sido fácil. No digo con esto que haya sido tan difícil. Para resumirlo: ha sido cansador. ¿Por qué cansador? Porque he debido obligarme a modificar hábitos de toda la vida, he debido cambiar mis costumbres y he tenido que acostumbrarme a ciertas rutinas que antes no tenía.
Si se fijaron, ocupé términos “he debido” y he tenido” porque si bien, no es conveniente para ningún ámbito de cosas usar los verbos DEBER y TENER QUE porque suenan a FORZAR y a SACRIFICARSE, para desencajarse de lo que se hace habitualmente, justamente me lo impuse como obligación y ahora que he estado logrando mis metas, puedo decirlo de otra forma tal que QUIERO seguir modificando mis hábitos, QUIERO seguir cambiando mis costumbres y QUIERO seguir acostumbrándome a ciertas rutinas que antes no tenía, porque a medida que pasa el tiempo, se me hace mucho más sencillo todo, y me refiero con esto a todas las actividades de mi día a día, como levantarme, ordenar mi casa, dedicar tiempo a mi hija, dedicar tiempo a mi pololo, hacer las compras de la semana, organizar mis actividades, escribir, leer, ir al trabajo, etc.
Lo que digo es que los cambios radicales son posibles, siempre y cuando haya voluntad. Que el esfuerzo sea poco, pero que valga la pena, porque se van viendo los frutos a medidas que se avanza. Más que un nuevo comienzo, diría que abrí una puerta diferente en el pasillo. Dejé de entrar al mismo lugar de siempre y me atreví a intrusear donde no conocía… y me gustó.